En la Comuna 4 – Aranjuez, las afueras del Cementerio Museo San Pedro han sido históricamente un espacio propicio para “El Diálogo de las Flores”, un lugar donde éstas expresan sentimientos, emociones, apoyo y duelos. Aunque durante década de los años 90, en este lugar, ellas fueron motivo de disputas entre comerciantes y dolientes, durante 2020 fueron símbolo de solidaridad ante las irreparables pérdidas por causa de la COVID-19 y, hoy en día, no dejan de hacer presencia en celebraciones, aniversarios, cumpleaños, matrimonios e incluso como símbolo de la llegada del amor.
Un dato poco conocido por muchos de los arancetanos, es que la mayoría de los floristas que laboran en este lugar son también floricultores que cultivan en sus fincas en el corregimiento de Santa Elena, ellos las comercian en la Placita de Flores y allí mismo se abastecen de otras variedades para luego abrir su “chaza” en los alrededores del cementerio.
En el caso de Doña Stella Zapata, su hija Catalina gusta del oficio y resulta ser de gran apoyo, lo que no sucede en el caso de Edilberto Londoño, cuyos hijos prefirieron otras actividades.
En conversación con William Franco Corrales, quien desde niño ha sido testigo del desarrollo del sector y actualmente se desempeña cuidando los vehículos de los visitantes del cementerio, con respecto a los inicios de los vendedores de flores recuerda que: “Anteriormente no tenían las casetas que tienen hoy por hoy, primero eran en el suelo todos, vendían arepas de chócolo, vendían revuelto que traían de Santa Elena. Pero anteriormente eran muchos más, anteriormente … ¡uff! eran muchos más, porque primero venían los nietos, los hijos …Ya tienen las casetas que les dio el municipio y ¡ya ni los nietos, ni los hijos volvieron! Ya algunos han fallecido”.
Ya con respecto a las casetas que se observan vacías William comenta que antes venían todos los floristas, hoy en día, hay unos que vienen en semana y los otros vienen los fines de semana: viernes, sábado y domingo.
El oficio de los floristas alrededor del Cementerio se ha nutrido de tal esfuerzo y perseverancia, que generación tras generación madres y padres de familia logran dar sustento a sus hogares. Sin embargo, nos interrogamos si las nuevas generaciones de jóvenes estarán dispuestas a pagar los sacrificios que representa su ejercicio y si éste oficio podrá prolongarse por muchas más generaciones.
Como observadores, desde La Cuarta Estación podemos concluir que existen riesgos socioculturales, ambientales y tecnológicos que el lenguaje de las emociones y los sentimientos a través de las flores tendrán que afrontar, ya sea en un futuro con flores reales o sin ellas. Sin embargo, en este artículo y su historieta, buscamos que cada lector llegue a sus propias conclusiones.
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